jueves, 3 de octubre de 2013

LAS MUÑECAS MALDITAS...

A mi madre le encantan las muñecas de porcelana. Tenía alguna francamente hermosa, pero reconozco que me atormentaba esa belleza imperecedera, pues la visión de sus ojos muertos pero de alguna manera lúcidos y vívidos me causaba auténtico pavor. Por la noche en mi habitación me aferraba a las sábanas a sabiendas de que en el salón, con su traje decimonónico y su rostro níveo, la muñeca no cerraba los párpados jamás. Con el tiempo escuché muchos cuentos de muñecas diabólicas y vi alguna película (Dolls, 1987) que me desveló todavía más, y como no quiero ser egoísta voy a compartir las historias con vosotros, para esparciros, cual polvo de porcelana envenenada, un poco de mi miedo. Por razones desconocidas, las muñecas parecen atraer a los espíritus. Más preocupante aún: las muñecas parecen fácilmente imbuídas con el espíritu del niño a quien están más estrechamente vinculadas. Existen abundantes sospechas de que las muñecas pueden permanecer conectadas a través de un enlace generado en la infancia durante años después de que su “amigo” se haya convertido en adulto o haya sucumbido a una muerte prematura, tras una larga enfermedad que lo haya tenido atado a la cama, siempre cerca de su venerada compañera. Así, las muñecas son portadoras de fantasmas que aterrorizan a niños que han recibido esos leales regalos por herencias o por adquisiciones en maravillosos lugares de compraventa. Muchas personas pueden pensar que sus casas están embrujadas y achacan su mal a hechos acontecidos en otros tiempos, pero lo que no saben es que lo que realmente provoca ese malestar son pequeños objetos, como muñecas, portadoras de un caos que suele ser maléfico. Otras muñecas son creadas simplemente para coleccionar, y aunque nunca se jugará con ellas se pueden convertir en objeto de obsesión y devoción. Estas muñecas no son menos amadas y la conexión emocional puede ser tan intensa que estos objetos de colección se convierten en las muñecas embrujadas más aterradoras. Los muñecos malditos son también objeto de ventas en sitios web de subastas, pero además de ser preocupante adquirir una muñeca encantada, también es un poco alarmante el hecho de que a muchos de ellos se les huele el timo desde el otro lado de la pantalla. En fin, que las muñecas antiguas y de porcelana siempre me acongojaron, y más desde una anécdota que me contó una amiga cuando estaba preparando la mudanza antes de casarse: “Estaba recogiendo en una caja las barbies, peluches y otros muñecos viejos cuando uno que imitaba a un bebé, me habló. Te juro que no tenía pilas porque era una batería de aquellas gordas y sólo quedaba el hueco. Ni siquiera tenía tapa! Me habló, lo juro, lo juro. Desde aquella, fumo. ¿Y el muñeco? , pregunté. – “Calla, calla . Se lo dí a mis padres para que lo quemasen en la finca…”

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